de tanto sufrimiento.
Antes de la incógnita del miedo
sin saber por qué
ya todos dieron su tapa y su portazo
y algún que otro delicado parapeto parpadeando.
Saludé a cada uno
y no cumplieron ni con el protocolo
violentando cada uno su propia sordidez
y el respetuoso;
se hizo el sordo.
Lo que más duele son aquellos que perdieron
la fe de lo que fuimos
nadie ya recuerda nada de los muertos
nadie es nada en casi todo
el juramento era un brillo en la piscina
a lo más
la mera desconfianza era un fundente
y si alguna vez el espejo fue una sombra
hoy el espejo es un vacío.
Aquí estamos confundidos
apenas en silencio con la boca abierta,
estupefactos y tullidos.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario