Está el aire inmerecido en la crucifixión vacía
al inicio de mi boca.
En la boca
el beso de la muerte no deposita ese silencio
ni toca el alma cuando apunta recto
ni parte en dos la historia de la muerte propia
como ocurre los domingos en un altar
pero es mi boca.
El buen dios
el de la eterna ambigüedad con su salario de creyentes
navega entre los rezos que despiertan como viudas
y cruza como canto gregoriano
donde el aire pío ofrece su puñado de respiros
como si la hostia fuera recién parida
pero es mi bala.
Y mi oración es una fiesta
que no deja de temblar sobre mi tumba
apenas de la arena huellas fueron mis pisadas
Y es miedo puro contener mi último suspiro
al inicio de mi boca pero es mi bala.
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