Elisa y Galatea

Y aquí está uno y otro

Salicio y Nemoroso
cual pastores lamentando sus amores sin ovejas
y del rumor quejando blandamente
de Elisa y Galatea lamiendo sus heridas
Uno y otro al desamparo ardiente de las frías.
Salid lágrimas corriendo. . .
Se muera quien se muera nada importa
entre la estival y la floresta ambos ni adivinan
como el amor se muda en otra esquina
y que en las líneas de sus manos está la brújula perdida.
Caminando es tanto el abandono que ni cantando
esas mujeres vuelven grupas.
Sueltas van por su destino
pero ésas, . . . enlazadas
¡Ésas no volverán
Las verdaderas amarradas permanecen tan dobladas
con embates estiradas y enlazadas.
Voluptuosa Stabat Mater dolorosa
Grandes hembras valerosas
despejadas y tranquilas
dando saltos son atadas ambas dentelladas:
Galatea y esa Elisa.

Galatea:

En el espejo está la prueba del balazo:
boca y lengua.
en mi placebo inventando otra vez un beso
se me enrosca como boa hacia el surco ese banquete.
Eja, Mater dolorosa
Ante un mojado rastro mi cíclope reclama
de la garganta opaca suspenderme de aquel grueso.
Con deleite entramos y salimos de un poema a otro.
Traza Elisa el contorno de mi boca esa caverna,
susurrante y muy profunda.
Por los pecados tan feroces de tus piernas.
Por pecados
por pecados jadeantes silenciosos
y más abiertos que mis muslos.
¿Cómo llamar,
esa sombra que me retrata en la misma luz Elisa?

Elisa:

Galatea llama mi palabra en la primera
contráctil a la altura del diafragma,
me obliga el seso hasta allá adentro,
hasta lo que entrama en el movimiento
de parir
y desdecir el incendio de mi pecho.
Mar difuso es la voz desde mi escuálida,
que muerde y mortifica.
Sé que este amor ya no es de lo sonoro.
Aunque su luz le viene de sí misma y de su cuerpo
pone freno y frenesí lo que gozo deste infierno.
Es hosca Galatea entona madre y desentona padre,
armoniza angustia ya sin prisa,
despedaza su vacío y desmenuza todo el mío.
En aquel cepo oculta va su carne
Ora y mora en los pliegues de la piel
y en la íntima cornisa, afligida de su lengua la divisa
carnea al hueso mi morada,
y no la sé
en la que me viene murmurando ese lugar ciego
que anuda madre y padre desanuda.
Quien gesticula adentro es esta muda bien ganada

.

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