NOVELES

Helo aquí
lleno de mareos y pústulas
al que ha de morir adolescente centenario
se le acaba toda fibra de su camisa parda
y toda lucidez en el relato que pretende novedoso.

Se nos mueren por morir los noveles
y se nos viven lo vivido después de mucho tiempo
aquellos que nada han recorrido del cinismo
y que nada saben de la vida.

Piensan ingenuos y farsantes
que pueden decirnos cómo se consume el pan con gran ventaja
cómo dar abrazos y hasta saber cómo llorar
porque nosotros, esos; llorar no saben.

Beben un vino los imberbes
de nuevos mostos inventados
porque la uva de la ira no la reconocen.
Y cada gesto en la mañana me lastima
cuando a pesar de tanto sentimiento enano en el gentío
esos jóvenes conversos del vacío
esperan que su vida tenga algún sentido.

Más allá de sus narices romas
respingadas o futuras difuntas puntiagudas
repiten como loros la nueva teoría del abrazo
que se dividen en caricias y hematomas.

¡Cuanto hace que yo era de los mismos!
¡Cuánto espejo me devuelve esa mirada!
¡Cuanta cuenta no he saldado!

Vida que acelera la caída del vencido es haber nacido
Y lo peor de todo;
ser calcado en rostros nuevos... sin arrugas
y estar reconocido.